Publicado por Elmer Homero en 14:50 0 comentarios
Aya no entendía como había sucedido aquello... ¿distracción? ¿hipnosis? ¿desmayo?
-"Realmente no importa, se te escapó" pensó con enfado.
De un brinco Aya subió al escenario y apuntando con su Glock avanzó entre la utilería y los actores en el piso... se agachó y tocó al más cercano, el mezzosoprano que hacía del enamorado de Melissa... muerto... los demás no se veían en mejores condiciones.
-¿Dónde estás? preguntaba Aya en voz baja.
Trataba de ubicar la posible ruta de escape de Melissa, estaba segura que su distracción no había sido tan prolongada como para que Melissa se evaporara en el aire... por algún lado debió escapar... Sus ojos escudriñaban el escenario buscando algún posible escondite para la actriz, caminó hasta el fondo del escenario con el arma siempre lista para cualquier sorpresa desagradable.
De pronto, tras una de las falsas columnas de piedra del castillo una trampilla de servicio se encontraba abierta, unas escaleras de metal daban paso hacia un nivel inferior debajo del escenario.
-¡Te tengo! dijo Aya, mientras se disponía a bajar.
La escalera terminaba en una habitación de unos 20 metros cuadrados, desprovisto de muebles, con un pasillo central que se perdía en la oscuridad. Aya se enfiló hacia el, a tientas, en la oscuridad dio con la perilla metálica de la puerta.
-"Está hirviendo" dijo al tiempo que la giraba antes de quemarse.
La puerta daba hacia el área de camerinos, Aya había dado con una sección de mantenimiento que conectaba el escenario con la zona de los actores. frente a ella un pasillo con al menos 20 camerinos a cada lado, 20 potenciales escondites para Melissa.
Uno a uno Aya fue descartando los camerinos, 5 habían ya quedado descartados. Se acercó con sigilo al sexto... dentro se escuchaba movimiento... tocó lentamente la perilla de metal... estaba caliente...
Las sienes de Aya comenzaron a palpitar, un sudor frio recorrió su espalda... empuñó con fuerza la perilla y comenzó a girarla lentamente, adentro el movimiento cesó. Lentamente la cerradura cedió.
-"Aquí va todo" pensó Aya.
De un golpe abrió la puerta empuñando la pistola en ambas manos, los dientes apretados y el cuerpo tenso, mientras desde el interior el inquilino del camerino se avalanzó sobre ella con rapidez...
-Calor, calor, calor, repetía sin cesar el loro que se había quedado atrapado en el camerino.
El corazón de Aya latía como mil bombas de presión, por un segundo creyó que iba a desmayarse, se recargó en la pared, exhalando aire mientras intentaba recomponerse, aún le faltaban 14 camerinos.
Salió lentamente del camerino, en el pasillo el ave caminaba por el piso erráticamente, se secó el sudor de las manos en el vestido, a su mente llegó el deseo de tener una playera y unos jeans, además de unos cómodos tenis.
-"En que estupideces piensas Aya, concéntrate" se dijo a si misma.
El séptimo camerino terminó de sacudir a Aya, sobre la estrella dorada se encontraba inscrito el nombre "Melissa".
-"¿Dónde demonios están los equipos Swat?" se preguntó.
Por primera vez sintió palpitar su corazón con una fuerza que sentía lo haría saltar por la garganta. La sangre se le agolpaba en las sienes y comenzó a sentir una rigidez por los músculos de la quijada.
Sabía que no tenía otra opción, debía entrar por esa puerta y detener a Melissa para que explicara que locura había sido aquella. Tomó impulso y con una patada abrió la puerta
-¡Policía de Nueva York! ¡Nadie se mueva!
Aya apuntaba a todos lados con la pistola, tardó unos pocos segundos en que la adrenalina le permitiera percatarse de que el camerino estaba vació. En el tocador de Melissa se encontraba un diario y un bote anaranjado con pastillas. Se acercó hasta el diario que se encontraba abierto y se dispuso a leer lo escrito en las páginas visibles.
Diciembre 13, 1997
Ultimamente me he sentido mal, la fiebre no cesa y el doctor Atkwins me ha recetado unas pastillas nuevas, las anteriores dijo, no me hacen efecto.
Estoy muy emocionada por el hecho de haber sido aceptada en la gala de la ópera, se que esto será una catapulta para mi carrera, lo que me preocupa es que esta enfermedad no me deje tener mi voz a tono para la gran noche.
Diciembre 16, 1997
He despertado a las 2 a.m. La fiebre es cada vez más fuerte, lo curioso es que no transpiro, el doctor dice que es una fiebre interna, y he estado teniendo pesadillas, me siento débil, no quiero faltar a la gala... no quiero morir.
Diciembre 20, 1997
Me siento mejor, la fiebre desapareció, esa gala será la mejor del mundo, triunfaré como una estrella y despues ejecutaré mi plan...
Diciembre 23, 1997
No se que pasa, desde que la fiebre pasó siento que no soy yo... no me siento dueña de mi misma... quizás deba dejar de tomar ese medicamento... Mañana es la gala, debo descansar.
Diciembre 24, 1997
Hoy es el día de la gala y msd fv khglfk sdddklareo lñsñld appow.......................................................................................................................................................
Esa era la última entrada del diario, visiblemente algo muy serio le pasaba a Melissa y por tanto era imperativo detenerla.
Por detrás de ella, con el rabillo del ojo Aya vió deslizarse a una silueta desde el armario hacia afuera del camerino. Inmediatamente dio vuelta y salió al pasillo, se encontró a Melissa corriendo hacia la puerta del fondo de los camerinos
-Alto!!!. Gritó Aya
Melissa dio la vuelta con lentitud y miró a Aya fijamente.
-Oh! eres tú... -Dijo con suavidad- ¿Por qué insistes en buscarme?
-Silencio! -sentenció Aya- Tiene el derecho a permanecer callada, si renuncia a ese derecho lo que diga podra ser usado en su contra...
-Yo digo que el fin se acerca y nadie podrá estar en mi contra.... hermana...
Melissa sonrió y salió lentamente por la puerta, sin nada de temor ante el arma que le apuntaba directamente.
-Alto demonios!!! -gritó Aya- Alto o disparo!!!
Un nuevo desvanecimiento llegó a Aya, se miró a si misma nuevamente recostada en esa cama de hospital... la flor deshojándose, el viento colándose por la ventana y el médico sentado a un lado suyo con la hoja médica.
-Todo estará bien Aya. Dijo el galeno.
Aya volvió del desmayo, Melissa ya no se encontraba en la habitación
-Muy bien estúpida, lo dejaste ir- se dijo Aya contrariada.
Salió al pasillo pero no encontró evidencia de Melissa en los restantes camerinos, estaba por revisar el ultimo cuando sintió una mano en el hombro.
Institntivamente volteó empuñando el arma a toda velocidad solamente para encontrarse con Davies, su compañero de trabajo, un hombre de color, entrado en sus 50, robusto sin llegar a obeso.
-Calma, calma Pecos Bill! -le dijo a Aya mientras apartaba el arma de su cara.
-Búsquenla Davies, debe estar aún en el teatro, rápido, si organizamos los equipos quizás aún podamos dar con ella.
-wow wow wow, espera espera -le dijo Davies- vas más rápido que una locomotora ¿buscar a quién?
-A Melissa, la soprano, es la causante de todo, la tenía, casi la tenía...
-Busquen en todos los rincones, detengan a quien encuentren aca abajo! Dijo Davies
Tomó a Aya por los hombros y le dijo
-Y tu vienes afuera a que te revise un médico.
Ya una vez fuera los reporteros de televisión se agolpaban a la entrada del teatro, todos intentaban conseguir la exclusiva del horror ocurrido en el Carnegie Hall
-Señorita! señorita! -gritaba uno de los reporteros- por favor díganos, ¿qué ocasionó el incendio? se trató de un ataque terrorista?
Aya se encontró de pronto confundida ante ese mar de micrófonos y de preguntas sin sentido.
-No hay comentarios por el momento señores, en el precinto les ofrecerán una rueda de prensa con más detalles. Dijo Davies.
-Vamos viejo! deja que la chica conteste, insistió el reportero mientras dió un jalón violento a Aya impidiendo que Davies se la llevara.
-Auch!! gritó Aya
-La estás lastimando pend...
El insulto no concluyó, sino que fue el puño de Davies en la cara del reportero el que dejó en claro que no habría comentarios.
-¿Grabaste eso? -dijo el reportero a su camarógrafo- el hijo de perra me golpeó.
Aya se encontraba enmedio de todo el bullicio cuando sintió la voz cavernosa en su oido
-Hermana, nunca me detendrás, esto es apenas el comienzo.
Acto seguido se desmayó.
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DE HIDEAKI SENA
CAPÍTULO UNO
"LIBERACIÓN"
Un grito en la parte de arriba llama la atención de Aya, un hombre envuelto en llamas salta desde el balcón.
-¡ A un lado! Dice a su acompañante mientras con fuerza lo lanza del asiento apenas a tiempo para evitar ser aplastado por la antorcha viviente.
-"¿Qué rayos está pasando?" piensa Aya mientras mira el cadaver en llamas.
Su atención es atraída hacia el escenario, donde Melissa levanta los brazos y comienza a reir frenéticamente mientras los telones de terciopelo rojo brocado arden en llamas. Poco a poco, toda la gente comienza a encenderse, una tras otra, sin previo aviso, casi de manera instantánea.
La gente se atropellaba unos con otros en su desesperada búsqueda de la salida, pocos llegaban debido a que se encendían en llamas. Aya corrió a la puerta, la abrió y casi a rastras arrojó al lobby a su acompañante.
-¡Llama al 911! le gritó al momento que regresaba a la sala de conciertos.
En el interior el aroma a carne quemada se tatuaba en las fosas nasales, algunos quejidos y gemidos agónicos se escuchaban entre los cuerpos calcinados, las llamas finalmente habían cesado, al fondo, en el escenario de pie y con la mirada perdida, Melissa parecía no haber sufrido una sola quemadura.
Aya quitó el seguro a su Glock 9 mm y comenzó a caminar hacia el escenario, sorteando los cuerpos calcinados con su vestido de noche.
-"Maldito vestido" Pensó.
En cuestión de segundos estaba frente a Melissa que parecía no percatarse de su presencia.
-¡Alto, Policía de Nueva York! Gritó, al tiempo que se preguntaba si no se metería en un pleito jurisdiccional tras su reciente reasignación de departamento.
Melissa volteó lentamente hacia Aya... sus mirada serena, profunda, con pupilas completamente rojas.
-"¿Lentes de contacto?" se preguntó Aya.
-Curioso -Dijo Melissa con una voz suave y aterciopelada- No hiciste combustión, pero ya sabíamos que eso pasaría ¿no es asi...hermana?
-¡Silencio! -gritó Aya seriamente nerviosa al reconocer la voz que le había susurrado entre las gradas- Tienes derecho a guardar silencio, si renuncias a ese silencio...
-El tiempo vendrá y triunfaremos -Dijo Melissa sin inmutarse por las palabras de Aya- ¿O no lo recuerdas?
Un destello blanco aturdió a Aya, quién de repente se miró a si misma 10 años antes, acostada en cama de un hospital. La habitación llena de luz, mientras ella, adolescente, en la bata verde del hospital miraba como una margarita se deshojaba.
Un médico entró por el pasillo, con una serie de hojas clínicas. Se sentó junto a Aya y le sonrió.
- Pronto hermana, pronto.
La voz la devolvió a la realidad, Melissa había desaparecido.
Continuará...
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Publicado por Elmer Homero en 16:03 1 comentarios
Retomaré más adelante la historia de La Hora Cero.
Me tomaré la libertad de traducir algunos capítulos de una serie de libros que no han visto la luz al castellano titulados "Left Behind" algo así como "Los abandonados".
Es una obra original de Tim La Haye y Jerry B. Jenkins
Publicado por Elmer Homero en 14:55 0 comentarios
CAPÍTULO I: BARCO FANTASMA
Mar Báltico, Cerca de la Isla de Bornholm, Noruega. Hace 48 horas y 15 minutos.
Publicado por Elmer Homero en 9:01 0 comentarios
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